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Los síntomas de la falta de desconexión laboral
Aun a día de hoy, con todo lo que hemos avanzado en la comprensión de la Psicología del Trabajo, y todas las corrientes tendentes a crear organizaciones saludables, la cultura de la presencialidad, de “echar horas” y de la disponibilidad total, hacen que todavía en muchas empresas esté mal visto eso de “desconectar”. Para muchas organizaciones, la desconexión emocional es sinónimo de falta de compromiso y/o motivación.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. Por una mera cuestión física (y psicológica también en este caso), la exposición durante un tiempo excesivamente prolongado a cualquier estímulo, por positivo que este sea, causa cansancio, sobrecarga, y en último término hartazgo. Dicho en otras palabras, hasta el chocolate, por mucho que nos guste, en cantidades excesivas empalaga, empacha o puede generar una indigestión o una subida de azúcar.
Pues con el trabajo pasa exactamente lo mismo. Cuando una persona no realiza esa desconexión emocional, aunque le apasione lo que hace, se dedica a ello durante mucho tiempo continuado, durante días y días y sin apenas descanso, se le acaba indigestando.
En el plano mental, esa indigestión se manifiesta con una serie de síntomas muy definidos y claramente detectables: Estrés, ansiedad, problemas de estado de ánimo (incluso depresión), todos ellos relacionado con el famoso síndrome de burnout. Y en el plano físico nos podemos encontrar con cefaleas, dolores musculares, problemas de sueño o pérdida de apetito y hasta una mayor propensión a las enfermedades.
Cuidado, no nos encontramos ante un problema menor.
En el trabajo
Y si, afortunadamente, aún no hemos llegado al extremo de sentir esas consecuencias físicas o psicológicas, concretamente, ¿en qué comportamientos podemos detectar que vamos en la dirección equivocada? ¿Cómo podemos anticiparnos y darnos cuenta de que no estamos realizando esa desconexión emocional? Pues en conductas como:
- Cuando nos llevamos parte del trabajo a casa (de manera reiterada, se entiende, no hablamos de casos puntuales).
- Cuando el teletrabajo nos lleva a no tener horarios.
- Cuando dedicamos ratos de ocio a conectarnos con la actividad laboral (enviar emails atrasados, adelantar papeleos, etc.).
- Cuando vivimos los “fracasos laborales” como personales.
- Cuando respondemos llamadas de trabajo no urgentes a cualquier hora y en cualquier lugar.
- Cuando sentimos que debemos responder mensajes nada más los recibo.
- Cuando trabajamos mientras comemos.
- Si nos sentimos culpable cuando nos ausentamos del trabajo por enfermedad.
- Y así podríamos seguir con un largo etc.
Efectos en la vida personal
Ahora que ya tenemos claro el concepto, vamos a hablar de por qué la implantación de medidas de flexibilidad interna es interesante e incluso rentable para las compañías.
Incremento de la productividad
Obviamente, la sobrecarga emocional y física genera problemas, no solo en el trabajo (que también) sino a nivel personal por culpa de no “cerrar la jornada” nunca. El estado emocional cambia, sentimos irritabilidad, agresividad, incluso ataques de ansiedad. Pero lo más habitual suele ser un desánimo generalizado que nos invade y no nos deja ser felices.
Y si todo esto fuera poco, cuidado con tus relaciones sociales. La calidad de las relaciones empeora. O incluso dejas de quedar y te distancias.
Y no nos olvidemos de la “tercera pata de la banqueta”: la familia; con tu pareja (poca vida juntos, discusiones fruto del cansancio) o con tus hijos (por ser un padre o una madre ausente o tener problemas de agresividad y enfados).
Técnicas para una buena desconexión emocional del proyecto laboral
- Ante un momento de agobio, PARA. Relativiza. Un mal momento o un error en un proyecto no te define. No personalices. A veces las cosas salen bien y otras, desafortunadamente no. Es parte del “juego”, no se puede ganar siempre. Recuerda mi artículo: Qué hacer cuando tienes un mal día.
- Tener dispositivos dedicados únicamente al trabajo que podamos apagar o poner en modo avión, y si tenemos todo en el mismo teléfono, cerrar las aplicaciones o plataformas a las que tengas acceso y desactivar las notificaciones fuera del horario laboral para no tener la “tentación” de mirar nuevos correos o informes de forma constante (puedes ponerte una alarma en el móvil).
- Compartir tus sensaciones, pensamientos y dificultades con compañeros de trabajo o supervisores. Te pueden ayudar a encontrar soluciones o encontrar una estrategia de grupo para superar problemas relacionados con el puesto de trabajo.
- Aprende a decir que NO. Ser asertiv@ de forma amable, pero con la intención de poner límites y atender situaciones laborales únicamente en el horario laboral.
- Realizar actividades fuera de casa. Ayuda a ocupar tu mente en cosas que te gusten, que te diviertan, que te motiven. Es la mejor manera de no pensar en el trabajo. (Visitar familiares o lugares nuevos, acudir a talleres o clases, practicar deporte, etc.).
- Practica Meditación o mindfulness. Aprenderás a focalizar tu atención, a vivir el momento presente, y a disfrutar activamente de cada cosa que hagas. Te lo digo desde mi experiencia. Te aseguro que te ayudará más de lo que crees.
Cuándo y cómo pedir ayuda
Y si no sabes, no puedes, o no te ves capaz de hacerlo sol@. Acude a un/a profesional. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía.
Ahora ya sabes cómo identificarlo. No hay excusa. Hazlo por ti.
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Nunca olvides que lo más importante eres tú, tu salud mental y física.
Si quieres tener éxito en lo que sea, necesitas sentirte bien. Y para ello, recuerda la importancia de la desconexión emocional con el proyecto profesional.