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Competitividad tóxica en el lugar de trabajo
Como todo en esta vida, ser competitivo/a debe tener un límite.
La competitividad laboral se vuelve tóxica cuando se pierden los valores que han de regir cualquier equipo que se precie: Respeto, colaboración, ética, valores, refuerzo positivo y elogio de los logros, compañerismo y buen ambiente entre otros.
Para ello, es clave trabajar la Inteligencia Relacional, de la que ya he hablado en ocasiones anteriores. Las habilidades interpersonales y de relación, se convierten en un factor clave para evitar un ambiente de trabajo tóxico.
Y, ¿Cómo podemos saber cuándo la competitividad laboral se vuelve tóxica? Pues atendiendo a algunos síntomas o señales: aumento de la rumorología, división en los equipos, pequeños grupúsculos que se critican entre sí o simplemente una falta de colaboración manifiesta o un enfoque exclusivo en los objetivos propios, obviando los del equipo.
En definitiva, una carrera de obstáculos entre empleados con la única meta de conseguir un ascenso, un aumento de sueldo, un mejor puesto de trabajo o simplemente quedar por encima del/a compañero/a.
Y todo esto si no se ataja a tiempo puede terminar en mobbing: acoso laboral, ataques, o marginación de compañeros que pueden acabar dejando la empresa o incluso iniciando un proceso judicial contra ella.
Reorientación de los equipos para mantener la competitividad de la empresa
Y, visto lo anterior ¿qué podemos hacer para que las empresas sigan creciendo en competitividad sin caer en los problemas mencionados?
Pues la respuesta es clara. Apostar por un “desarrollo sostenible” de las personas que forman las organizaciones. Lo que podríamos llamar Reskilling o upskilling, o dicho de otra manera, reciclaje y desarrollo de habilidades y competencias profesionales.
De esta manera, los equipos de trabajo pueden asumir nuevas tareas y nuevos proyectos. Nuevas habilidades y capacidades que mantienen a los equipos competitivos, pero sin “efectos secundarios”, para que la empresa siga creciendo. Renovarse o morir.
Flexibilidad y bienestar para mejorar el engagement de los profesionales
Otra manera de fomentar la competitividad laboral de los equipos de las personas que los forman es poner el foco en mejorar sus condiciones, incidir en su bienestar y favorecer su engagement o compromiso de los/as colaboradores/as con sus empresas.
Y como lo importante no es solo el qué, sino también el cómo, estas son algunas de las acciones que podemos poner en marcha para mejorar el compromiso de las personas que forman nuestros equipos a la par que evitamos que la competitividad se envenene:
- Controlar los horarios (algunos acaban haciendo demasiadas horas para poder destacar por encima de los demás).
- Evitar sobrecargas de trabajo.
- Proponer flexibilidad en las jornadas para evitar envidias entre departamentos con espacios para descansar y desconectar.
- Si las circunstancias de tu negocio lo permiten, proponer programas de ejercicio, relajación o mindfulness para fomentar el bienestar físico y mental de los/as trabajadores/as.
El peso de la cultura corporativa
Otro factor fundamental en el “control” de la competitividad laboral es la propia cultura de la empresa. En el ADN de las organizaciones vienen implícitos ciertos tipos de comportamientos, en muchas ocasiones positivos, pero en otras no tanto.
De ahí la importancia y la necesidad de fomentar una cultura corporativa que promueva el apoyo entre compañeros, el liderazgo participativo y el trabajo en equipo.
Tirar del carro juntos en vez de intentar rebajar a algún compañero/a es mejor para el lugar de trabajo y para la empresa porque se alcanzan antes los objetivos fijados y no menospreciar el trabajo de los demás.
Y por supuesto, la “cultura emocional” con la empatía y la inteligencia emocional a la cabeza, para facilitar la comunicación y relación entre las personas, especialmente y, sobre todo, en momentos de crisis.
Coaching empresarial y RRHH
En todo este proceso, como en todos los que tiene que ver con la gestión del talento en las organizaciones, es clave el papel del Departamento de RR.HH. o, como me gusta llamarlo a mí, de Gestión de Profesionales.
También puede ser de gran ayuda la orientación de un Coach Empresarial, que pueda evaluar la situación y trabajar en la implementación de medidas y acciones enfocadas hacia la mejora de la competitividad sin perder de vista el factor humano y relacional.
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La gestión del talento y del bienestar es clave para que la competitividad laboral entre departamentos o entre miembros de un mismo equipo, y para que todos/as juntos/as sean el motor del crecimiento de la organización.