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1- Estar focalizado/a en las necesidades de tu audiencia
Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de preparar un discurso, una charla, una presentación y hasta una entrevista de trabajo, es que va a ir dirigida a un público, grupo, colectivo o persona concreta. Por ello, lo más importante, para empezar, será detectar las necesidades, características y peculiaridades de la audiencia a la que va dirigido tu mensaje y adaptar el discurso, o la forma de presentar, al tipo de público delante del que vas a hablar.
En la medida de lo posible, nos resultará útil conocer “quién o quiénes son”. Es decir, tratar de averiguar datos como su edad (o rango de edad si hablamos de un grupo), su profesión, sector o trayectoria profesional, nivel de conocimiento del tema que vamos a exponer, etc.
Cuanta más información dispongamos o podamos conseguir, más posibilidades tendremos de adaptar nuestro discurso. Porque el lenguaje o el tono de tu comunicación no puede ser el mismo para miembros de tu equipo cuando vas a presentar los objetivos trimestrales que en un discurso delante de los shareholders para incentivar nuevas inversiones, o sencillamente para el director de RR.HH. que te está haciendo una entrevista de trabajo.
Las ideas principales, por supuesto, pueden ser las mismas, pero los ejemplos, el lenguaje, la comunicación no verbal (que comentaremos más adelante) o el flujo de la presentación tienen que variar.
2- Tener una estructura
Yo soy de los que opina que para todo en esta vida hace falta un orden, una organización y una preparación. Una de las claves más importantes para evitar estrés o miedo escénico, es tener una estructura bien organizada y una lista (guion) con las ideas principales a la que volver en caso de atasco.
Sin embargo, uno de los grandes errores es aprender todo el discurso de memoria. Recitar “de carrerilla” algo, tiene el riesgo de perder el hilo. Y cuando eso sucede en algo que contamos de memoria, cuesta mucho retomarlo. Solo piensa en cómo recitas tu número de teléfono (dígito a dígito, de 2 en 2 o de 3 en 3) y lo que cuesta recitarlo en otro formato. Además, recitar queda robótico y da la impresión de que está todo demasiado calculado, lo que resta naturalidad y disminuye la confianza de la audiencia.
Por otro lado, el orden de la narración, también es muy importante: presentación o introducción, nudo y desenlace. Esta sería la estructura clásica y la más recomendable. Igual que una película o una obra de teatro. Pero procura no divagar demasiado e ir al grano para no perder la atención del público.
Por ejemplo, puedes presentar el tema del que vas a hablar, o puedes plantear un problema con promesa de resolución en relación al asunto (del tipo: “seguro que alguna vez te ha pasado… pues hoy te voy a contar qué hacer para que no te vuelva a pasar”). Empieza por captar la atención comenzando, generando interés y explicando por qué la audiencia debería escucharte o qué beneficios va a obtener de ello. Crea un impacto memorable para tus oyentes.
Según avance la exposición, ve avisando de lo que te para acabar para volver a captar la atención de la audiencia y, al finalizar, haz un resumen de todo lo que has comentado para que se queden con las idea o ideas principales.
3- La importancia de la comunicación no verbal
Está demostrado que lo que más impacto tiene en una presentación, sea en el ámbito laboral o personal, es la comunicación no verbal del ponente. La capacidad de comunicar con el lenguaje de nuestro cuerpo es innata. Sin embargo, factores de la personalidad, como la introversión, o ciertas emociones limitantes, como el miedo o la ansiedad, pueden hacer que no explotemos todo el potencial comunicativo que llevamos dentro.
Quiero recordarte que cuando hablamos de comunicación no verbal, no hablo solo de los gestos o la cara que ponemos. Es mucho más:
- Nuestra imagen personal (nuestro modo de vestir, peinarnos, el aseo personal, etc.) genera siempre un impacto inconsciente en nuestra audiencia. Procura que tu imagen conecte con la de las personas que te va ver y escuchar.
- Muévete. Mantener una posición estática mientras hablas acaba generando monotonía, y ello, desatención. Utiliza el espacio disponible, no te quedes en un solo lugar, acércate a la gente, busca distancia… no olvides que una charla dinámica siempre es mucho más divertida.
- Tu voz. Seguramente el instrumento estrella en esto de la comunicación. No hace falta que tengas voz de locutor/a de radio. Pero sí es importante que aprendas a manejarla. Cuida el ritmo (no te aceleres ni hables lento), vigila el volumen (no grites pero tampoco hables “para el cuello de tu camisa) y ojo con el tono que utilizas (transmite emociones).
- Y por supuesto, tu expresión facial y los gestos. La cara es el espejo del alma. En la cara se ve la alegría y la tristeza, el miedo o la valentía, y la relajación o la tensión. Mantén una cara amable, segura y que transmita seguridad. Y con respecto a los gestos, simplemente actúa con naturalidad, y si te cuesta gesticular, al menos no metas tus manos en los bolsillos.
4- Interacción con el público
Para hacer que los colaboradores, clientes (o a quien sea que tengas que hablarle) estén atentos al mensaje, la mejor manera es involucrarlos en la charla. Genera interacciones cortas, concisas. Esto es importante.
No quieres hacer un coloquio, quieres transmitir una idea, y para ello necesitas hacer que sigan ahí, que no se pierdan, has de mantener la tensión atencional. Haz preguntas de respuesta breve y cerrada (sí/no), o que puedan responderse solo levantando la mano. Esto te ayudará a que nadie se quede atrás y que estén esperando a lo próximo que les vas a contar.
También puedes utilizar anécdotas o datos interesantes con los que se quede el público. Hace la charla más memorable. Y si además, quieres tener su feedback, puedes establecer un turno de preguntas al final para animar a tu equipo de trabajo (o a la audiencia que sea) a implicarse más en el asunto.
5- Elige el formato de tu comunicación
Manejar el arte de la oratoria es una de las claves del éxito en la vida, tanto personal como laboral. Pero en este artículo me quiero centrar en el impacto que tiene en la vida profesional. Un gran líder tiene que ser un gran orador porque en numerosas ocasiones tiene que hablar en público. Para ello, además de lo comentado hasta el momento, contamos con diferentes recursos:
Las presentaciones
A día de hoy hay muchas herramientas para hacer diseñar presentaciones. Seguramente la más conocida sea PowerPoint. Tener un soporte visual ayuda a ampliar los canales de transmisión de la información. A través de un formato visual y dinámico podemos trasladar las ideas de manera más impactante.
Pero, si vas a utilizar una presentación, no olvides nunca que tú has de ser el foco de atención, no la pantalla. No quieres que tu audiencia esté más interesada por las slides que por lo que dices tú. Así que procura que tenga mucha imagen y poco texto. No quieres que lean diapositivas, sino que las imágenes que aparezcan en ellas refuercen y aumenten el impacto de tus palabras.
Un discurso memorable
Un discurso puede estar muy bien escrito y estructurado, pero de eso a ser realmente impactante va un mundo. Enfatizar, jugar con la entonación, dejar pausas para reacciones. Ayuda a captar la atención de los asistentes y a poner el acento en los momentos importantes. Si quieres que tu charla sea realmente inspiradora, no tienes que “leerlo”, has de “interpretarlo”, “vivirlo”, como si fueras un actor.
Charlas, la comunicación más dinámica
Probablemente el formato más dinámico, menos formal y con mayor importancia de la narración. Se trata de una comunicación fluida y cercana. Como ejemplo, las TED talk, charlas divulgativas de no más de 20 minutos en un estilo ligero y narrativo.
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Y lo mejor de todo lo que te acabo de contar es que no necesitas haber nacido con el don de la palabra. No es necesario que seas un/a comunicador/a nato/a. Todo, absolutamente todo lo que acabas de leer es entrenable. Por eso, si quieres hablar bien en público, empieza a trabajar en ello. Diseña y estructura tus contenidos. Construye el mensaje pensando en tu audiencia. Prepara en tu comunicación no verbal, y aplica las tres P: Práctica, Práctica y Práctica.
Durante mi carrera profesional como orador, conferenciante y coach ejecutivo, he comunicado para públicos muy distintos y en lugares muy diferentes en innumerables ocasiones. Y te puedo decir, sin miedo a equivocarme, que de cada una de esas experiencias he aprendido. Espero que esta charla que impartí en Perú allá por el año 2013, te sirva de inspiración.