Proactividad y Liderazgo: las claves para ser un líder proactivo

La proactividad se considera una Soft Skill (y mira que me gusta poco eso de “Soft”, pues puede parecer que le quita valor, y no es así en absoluto). Una persona proactiva es aquella que se adelanta a los acontecimientos, toma la iniciativa frente a diversas situaciones, sabe ver oportunidades donde otros ven obstáculos y no pierde la motivación. Tiene mucho que ver con la Resiliencia, de la que ya hablé en mi artículo “Como desarrollar tu resiliencia personal”.

El neurólogo y psiquiatra austríaco, Viktor Frankl, cuyo libro “El hombre en busca de sentido” os recomiendo encarecidamente, la definió como “una actitud que nos da la libertad de escoger en nuestra vida”. 

Quizás te estés preguntando qué tiene que ver la proactividad con el liderazgo. Bueno, es una duda razonable, pero la respuesta es que tienen mucho que ver. Un/a buen/a líder necesita contar, entre sus cualidades y competencias, con altas dosis de proactividad. ¿Los motivos? Sigue leyendo.

Un/a líder proactivo/a…

• Es consciente de sus fortalezas y debilidades.
• Procura ver los problemas como oportunidades para mejorar su ambiente de trabajo.
• No suele quejarse. 
• No deja que se instale la procrastinación.  
• Maneja sus emociones frente a las incertidumbres.
• Se adapta a los cambios para lograr sus objetivos, los del equipo o de la empresa.
• No se derrumba ante un fracaso, una derrota o un fallo, sino que lo toma como un aprendizaje para hacer mejor las cosas. 
• Tiene una visión a medio-largo. No es cortoplacista. 

Las personas proactivas en general (y los/as líderes proactivos/as en particular) imprimen siempre un ritmo alto en todo lo que hacen. Siempre buscan la mejora continua, y eso tiene un precio: la exigencia. 

La clave para convertir esa exigencia en efectividad se llama las 3P de la proactividad:

• Predicción: observar para predecir y actuar en consecuencia.
• Planificación: saber dónde estamos y a dónde queremos llegar para dirigir la toma de decisiones y las acciones a poner en marcha.
• Participación: tener presencia en todos los momentos que se pueda. Es imposible ser proactivo/a estando ausente.

El primer consejo, es que ser proactivo no significa ser un “loco”. Vale que hay que estar atento, pero que no se convierta en una obsesión.

Es interesante tejer redes profesionales (hacer networking) para crear vínculos entre personas y organización y poder detectar de este modo posibles oportunidades.

No olvides buscar el equilibrio entre tus responsabilidades y esfuerzos profesionales y tus necesidades personales. La proactividad exige altos niveles de energía y para ello necesitamos cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente.

• Incentivar no es lo mismo que exigir. Cuando el equipo se siente apoyado en la toma de decisiones, se sabe valorado y no teme represalias por equivocarse, es fácil que la proactividad se contagie. El líder tiene iniciativas, pero también se muestra dispuesto a llevar a cabo las de los demás. Escucha, confía, participa y reconoce los méritos ajenos.

• Perseverar. Ser proactivo no sirve de nada si no se acompaña de perseverancia. Buscar nuevas oportunidades, establecer objetivos y anticipar los problemas está muy bien, pero para poner en práctica las ideas emprendedoras es necesario planificar adecuadamente, diseñar formas diferentes de enfrentarse a los retos, insistir y persistir hasta alcanzar las metas con constancia y disciplina.

• Aceptar las diferencias. Exigir a los miembros del equipo que sean proactivos es un error: no todo el mundo es capaz. Hay quien no sabe cuándo ni cómo tomar la iniciativa, ni se ve capaz de innovar, pero en cambio es bueno cumpliendo los objetivos marcados. El mejor equipo es el que no trabaja bajo presión. Para ello hay que establecer una comunicación abierta y un máximo respeto por las diferencias.

• No temer el fracaso. La proactividad está reñida con el miedo a equivocarse. Los líderes proactivos no son temerosos. Saben que su papel es abrir camino, pero lo hacen con la seguridad de que detrás de ellos viene su equipo. Juntos se sienten capaces de afrontar riesgos.

• Controlar las emociones. No es fácil anticiparse a lo que puede suceder o no y buscar soluciones antes de que aparezcan los problemas, por eso las personas proactivas deben educar sus emociones de manera precisa para asumir el control de sus decisiones, transmitir entusiasmo a los demás, resultar inspiradoras, alimentar el optimismo, aprender de las críticas, generar confianza… La sabia gestión de las emociones es la clave para liderar de forma proactiva sin caer mal a tu equipo. Y la proactividad, como venimos diciendo, está asociada al éxito.

¿En qué puede ayudar un coach ejecutivo o empresarial a un líder proactivo?

Pues en primer lugar le puede ayudar a serenar sus impulsos. Como ya he comentado a veces la proactividad se convierte en aceleración y ya sabemos que la velocidad es enemiga de la observación.

A veces, los profesionales necesitamos a alguien que ayude a parar, abrir los sentidos, procesar la información, tener un punto de vista externo, aséptico y no contaminado por el día a día de la empresa, y nos aporte toda la confianza y saber hacer de un profesional con la experiencia y horas de vuelo que dan los años de trabajo en, con y para las empresas.

Quien lo prueba, te aseguro que mejora, repite y lo recomienda.

¿Hablamos?

Responsabilidad, Compromiso, Constancia, Autoconfianza y Autogestión son las bases de la Proactividad y Liderazgo: las claves para ser un líder proactivo.