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Recientemente he conocido un caso llamativo que quiero compartir con vosotr@s.
El caso
Se trata de lo que yo llamo, un “Líder ciego”. Un directivo de una importante empresa, con bastantes años de experiencia en gestión, una gran visión empresarial y una enorme seguridad en sí mismo. La persona en cuestión se precia de tener conocimientos en liderazgo y ha llegado a dirigir equipos de más de 20 personas.
Pues bien. Dicho líder ha visto como en un periodo relativamente corto de tiempo (a penas 8 meses) más de la mitad de los colaboradores/as que formaban su equipo, han abandonado la empresa, y la mayoría, además, achacando su salida a sus formas y a su estilo de liderazgo.
Los motivos
Tras ello, tuve la oportunidad de charlar con él en una sesión de coaching empresarial, y mi sorpresa fue que, pese a la capacidad de análisis que se le presupone (y que sin duda tiene), y la objetividad de la que hace gala (y que no tengo tan claro que tenga) él atribuía las salidas a distintas causas siempre ligadas a las conductas y rasgos de personalidad de sus excolaboradores/as, en ningún caso a las suyas propias; justo al contrario que las 5 personas que trabajaban con él (con quienes también tuve la oportunidad de hablar), que ponían en el centro de la diana las conductas del líder como causa de sus respectivas marchas.
Sin entrar a valorar quien tenía o no razón ni el peso o la justificación de las causas concretas que alegaba cada un@ (en todo hecho siempre hay varias versiones según quien lo relate)… ¿Cabe la posibilidad de que sean las 5 personas salientes quienes vean cosas en el líder que no les gustan y que este no es capaz de ver? ¿Es más probable que sea uno quien se equivoque o que sean 5 quienes erren en su juicio?
El diagnóstico
Muchas veces, no somos capaces de ver y analizar correctamente lo que nos sucede, nuestras relaciones con los demás e incluso el alcance de nuestras propias decisiones. Hay casos en los que sucede por pura ignorancia. En otras ocasiones por despiste o por un alto ritmo de vida y/o trabajo. Hay muchas posibles causas para que alguien que “ve” perfectamente, quede “ciego” por completo ante lo que le sucede. Pero la más habitual suele ser una deficiente gestión emocional. Emociones negativas como el miedo, la ira, la tristeza, la incertidumbre o incluso la ambición desmedida o el egoísmo, tienen la capacidad de nublar nuestro juicio y no dejarnos ver más allá de nuestras narices.
Pues bien. Eso es un “Líder ciego”, aquel que, por cualquiera de las causas mencionadas anteriormente o por una falsa sensación de seguridad y control sobre sí mismo (y a veces, por qué no decirlo, por un EGO desmedido) cree que no se equivoca nunca, que no comete errores, y no admite que los demás puedan tener razón en sus planteamientos.
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La solución
Y la pregunta es, “doctor, ¿este tipo de ceguera tiene solución?”. La respuesta es sí, pero, como toda “enfermedad” pasa por un diagnóstico previo y por la asunción de que se está “enfermo”. Es decir, tomar consciencia de los errores propios y responsabilidad sobre las acciones de mejora. Y eso, por supuesto, requiere de unas altas dosis de HUMILDAD (que suele ser una de las grandes carencias que suelen presentar los “líderes ciegos”).
Más vale prevenir
Si conoces algún caso así o crees que puede estar pasándote a ti con tu equipo y quieres mejorar tu rendimiento profesional, que sepas que existen herramientas que, a través del coaching son muy útiles para detectar, diagnosticar y “curar” este tipo de “ceguera”.
Si quieres saber más sobre cómo trabajamos desde el coaching para directivos este tipo de casos, no dejes de leer la próxima entrada en este blog.
Recuerda que, menos la muerte, todo tiene solución.
1 comentario. Dejar nuevo
[…] bien nos dice Marc Bolufer: “Un buen líder ha de tomar consciencia de los errores propios y responsabilidad sobre las […]